lunes, 1 de junio de 2009

reflexión

La masiva propensión a los narcóticos revela una falencia espiritual en la época. El problema no es acabar en lo inmediato con el consumo a través de una eficaz política policiva o de salud pública, sino reconstruir nuestro sentido de lo sagrado, la mayor pérdida de occidente desde que la institución monopolizó la comunicación con Dios y confinó la espiritualidad en un lugar externo al hombre. La misma boba externalidad y dependencia que hoy, curiosamente, nos propone el goce narcótico.

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